Me queda romperte en dos,
en cuatro, en mil
pedazos.
Arrancar tu recuerdo de las paredes,
frotarme contra la botella
hasta que tu aroma
desaparezca. Ir borrando,
lentamente - el último baile
en carne viva.
Y los besos furtivos;
lo que aún perdura,
blando y húmedo montón de
basura mojada.
Golpes de tinta desde mis ojos
hasta tu espalda,
donde se esconderán en
silencio. Sin retorno posible.
Sin segundas opciones.
Cada uno en un extremo del mundo,
aunque si me esfuerzo podré
rozar la manga de tu camisa
con los dedos, y gemir de rabia,
y de estupidez.
Por haber renunciado.
Porque no será mi voz
la que escuches en medio del
caos.
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Long, long time ago...