20110326

Humano, demasiado humano

Tengo más recuerdos que en mil años de vida

Charles Baudelaire


Estaba entre cuatro hombres borrachos, solteros y feos. Pensé: “menudo panorama” y le di un trago a mi cerveza. Dos de ellos cantaban de manera escandalosa, otro intentó tocarme la pierna derecha en varias ocasiones. Pero al menos me pagaban las copas. Lo único que yo debía hacer a cambio era jalear un poco para animar el ambiente, y me dejarían seguir bebiendo de sus asquerosos vasos. Al menos eran unos caballeros que sabían lo que significa una bofetada: no me toques, capullo. Idioma universal.

Bajamos a la barra a pedir otra ronda. En el bar no quedaba ya mucha gente, se acercaba la hora de cerrar. Eché un vistazo: las caras de siempre, el nivel de alcohol en sangre recomendado para la hora. La fauna habitual con sus gemidos, quejas y escepticismos, el pack completo. Y es cierto, uno podría quejarse (si no lo hace ya) de la rutina terrible que hace que se te caigan el pelo, los dientes y los cojones; de la monotonía y las desilusiones y la soledad. Al fin y al cabo, todos nos quejamos. El ser humano es un mamífero que aprendió a hablar diciendo “¡Ay!”; de la cuna a la tumba no hacemos otra cosa que ruido, ruido y ruido. Pero sin demasiados frutos secos, claro –ahí Shakespeare estuvo ágil.

La increíble falta de carácter y voluntad de esa marabunta desmoronada me abruma*. Uno mi voz al coro de juramentos que prometen al vaso que un día de estos se largarán lejos, mucho, a la otra punta del globo, y desde allí mandarán una patada telescópica al culo de su tierra natal. Pero claro, no puedo fingir que no formo parte del colectivo humano –selecto Club de la Queja-, incluyendo la falta de actividad y la apatía enquistada. Lo cierto es que hasta la fecha ninguno de los allí presentes nos hemos esforzado lo más mínimo en busca de resultados. En fin, ninguno de mis borrachos del alma va a despegar el culo del suelo materno ni va a encararse al mundo de momento. No por cobardía, sino por exceso de humanidad.

Y en todo esto pensaba yo mientras me bebía aquella cerveza, rodeada de cuatro hombres borrachos, solteros y feos.




*¡Ay, pero si parezco Rubén Darío**! ¡Viva el Modernismo!

**Nótese que la frase marcada posee una aliteración, de ahí la referencia a Darío.

No hay comentarios: