No recordarás este momento, ni esta hierba, ni esta brisa que agita tu chaqueta. Aunque lo intentes. A lo mejor todavía puedes sentarte en el banco frente al mar y decir “hace años me senté aquí también”, pero será cierto solo a medias. Y después también recordarás el día que lo recordaste. Y así infinitamente. Pero nadie gana nada cuando recuerda el pasado. No es más que lastre que vamos arrojando a la cuneta. Por eso, cuando pasees por este lugar que tanto ha visto, por el que tanta gente ha pasado, no será lo mismo. Lo de reencontrarse con el pasado es una patraña grande como la vida misma. Ni tú ni el mundo que te rodeaba entonces seguís imperturbables, ¿no es cierto? Afirmativo. ¿Qué quedará de todo aquello cuando lo recuerdes? Ha cambiado el interior, el exterior.
Por eso te pido que, si algún día vuelves aquí, no te esfuerces en recuperar el rastro de aquellos días. Consuélate si quieres en la soledad de tu cuarto, pensando en otros tiempos. Ni mejores ni peores, otros. Pero no nos busques. No me busques. Porque ya no seremos ni tú, ni yo, ni el paisaje que nos rodea. Nos quedarán los recuerdos a ambos, es cierto. Y podremos echar la vista atrás y calmarnos un poco de vez en cuando, porque nos parecerá que todo ha sido mejor de lo que nos toca ahora. Pero no te esfuerces en tratar de volver sobre tus pasos. Si intentas buscarme, yo no estaré al principio del camino. Nadie puede quedarse quieto. Sabes, quizá te haya adelantado en algún momento sin que te hayas dado cuenta. O tú a mí. O, sencillamente, hemos tomado una bifurcación que el otro no vio.
Yo ya me he ido. Si en algún momento nos cruzamos por la calle y crees reconocerme, no te engañes: no soy yo la que ves. Ni eres tú el que cree verme.
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¡Santa Madonna! Ha llovido desde que escribí esto. Después de todas esas clases de Dibujo Técnico en las que aparecían Dylan, Bukowski o Fellini... Gracias por darme a Jack (Kerouac) y a (Henry) Miller. Y tantas otras cosas que me regalaste sin pedir nada a cambio. Los reencuentros pueden ser muchas cosas, pero el de este viernes me dejó un agradable sabor de boca. Sabes, siento no poder ir a verte, pero pienso en ti y en Londres a menudo. Adiós, primer Oliveira de mis días.
Con cariño, la Maga (que no te olvida).
2 comentarios:
Me gusta mucho, mucho. Hay mucha razón en tus palabras.
Ojalá la teoría venciese en la mayoría de los casos a la práctica, lastima que muchas veces sea complicado.
Un biquiño desde Italia Sara! :)
¡Gracias, Llina! Ya sé que es complicado, pero bueno, según pasa el tiempo es más fácil (o debería serlo) escribir algo agradable sobre todas esas cosas que han pasado. En mi caso funciona.
Se te echa de menos >.<
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