Yo estuve allí y vi cómo todos cayeron. Se empujaron para ser el primero o el último y fracasaron. Estuve allí cuando sus ojos brillaron, cuando sus palabras se confundieron de dirección. Estuve allí cuando despertaron y estuve allí cuando intentaron dormir de nuevo. Estuve, y oí sus gritos y sus mentiras aplastadas por el peso del tiempo. Allí estuve, para comprenderlos a todos y perdonar. Pero el dolor mordió más fuerte. El dolor ganó la partida. Mientras esperaba, estuve allí y fui un ídolo y una madre y un paria. Aguanté todo y más, me comí las consecuencias y aspiré por última vez un recuerdo que me habría gustado conservar. Después apunté cuidadosamente en mi registro de faltas morales las mofas, los riesgos y las quejas. Hice inventario y asentí. Tenía derecho a asentir porque yo estuve allí y fui su sombra a través de los años.
Entonces caí en la cuenta, y solo pensé "menudo hatajo de gilipollas".
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