y entonces sí que la habremos hecho buena.
El Gato diabólico nos sacará las entrañas
con un ronroneo muy disimulado
que ni sube ni baja
ni se sacude las pulgas.
¡Pulgas, a la rica rica
Pulga!
El Gato malvado te estará acechando
desde el conducto de ventilación.
No lo verás acercarse,
pero igualmente
te sorberá los globos oculares
y después se echará la siesta sobre
tu tablero de ajedrez.
Gordo y feliz Gato Bigotes.
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Jujujujujujuju...