20110727

Time and only time will tell us
Tell: was I right or wrong?
When anger breaks through
I'll leave mercy behind

I will take part in your damned fate
"Morgoth!" I cried
It's my oath
So don't fear the eyes
Of the Dark Lord

I
I will always remember their cries
Like a shadow they'll cover my life
But I'll also remember mine
And after all I'm still alive
I'm still alive
I'm still alive



The curse of Fëanor, Blind Guardian

20110718

He decidido poner punto y final a mi crisis creativa de los últimos meses. Como siempre, el Macondo me ha mimado con su café y su paz privada, y me ha hecho fuerte.
No hay ninguna crisis. Solo era yo asustada de que las cosas no salieran tan bien como esperaba. De perder por el camino el Nobel y el Pulitzer, y a saber qué más. De no ser una Rimbaud, una Kerouac o una Hemingway.
He revisado cuidadosamente las últimas cosas que he escrito, y me he dado cuenta de que no me gustan. No sé en qué momento he perdido la cabeza, pero ésa no es mi voz. No me reconozco. Por eso mismo, este blog queda temporalmente clausurado. Hasta que tenga algo mejor que ofrecer, y no la primera gilipollez que se me ocurra.
Lo único que tengo claro es que voy a seguir escribiendo, por supuesto. Y que éste es el año en el que arranca la leyenda de la Duermevela.

20110717

Sin apenas haberme dado cuenta
he llevado a cabo una sublimación de la tristeza,
de la nostalgia y de la ausencia.

Como siempre, las reconozco por su olor; y cada una
posee su propia imagen, su tacto áspero y desesperado
-su sonido desmayado y dócil, de mirada perdida-.

(La lavanda, por ejemplo, significa un poco más
de pena; significa lengua de barro,
despertar sin nociones de espacio o tiempo)

Significa una derrota, y que la música pueda atravesar libremente mi cuerpo
con su belleza fría, helada
-muerta-

Esperé sin saber por qué,
o a quién. Al final, vino a mi lado
sin mirarme. Me atravesó.

Se desplomó el año, se rasgó el cielo; pasó apenas un segundo. Parecía hermosa,
conmigo, la mirada pálida, lánguida. No sonríe.
Yo tampoco.

La Tristeza sublimada y yo, ausentes, esperando;
mitad sin valor y mitad sombras de agua en el suelo.
Y la puerta cerrada.


20110711

De cómo desperté a la Belleza

¿Cómo explico que he entendido la belleza? ¿Cómo me lo puedo explicar a mí misma?
La belleza que está ahí para ser objeto de disfrute.
Por supuesto, no es una explicación causal, no echa raíces en ningún pensamiento lógico.
Abrí los ojos y la vi. La comprendí. Eso es todo. No quiero achacarlo al estado de mi cuerpo producto de algunas sustancias, porque no sería cierto.
Estaba tumbada boca arriba, fumando, mirando cómo las nubes se movían sobre las copas de los pinos. Y por primera vez en mucho tiempo, sentí una paz que me transportó directamente a la infancia. Una tranquilidad que no puedo explicar sin recurrir directamente a la pureza de la niñez.
Y en la playa al atardecer, con el sol desplomándose en medio de la bruma costera, la belleza me perforó hasta dejarme medio muerta en la arena. Me alimenté de cada color y cada sonido, y me recogí en un trance de sensaciones durante cinco días.
Ahora, mientras el pelo todavía me huele a lavanda y a la frescura de la última de mis mañanas, me recreo en la belleza. Me siento parte de ella.
No es como uno de esos días en los que te levantas y te ves guapa en el espejo. A mí eso no me pasa.
En cambio, hay días como hoy en los que siento que llevo el pecho abierto de par en par, y voy por ahí perdiendo música y agua y pájaros que me salen volando de las entrañas. Voy por ahí soltando rayos de sol al amanecer, y playas de interminable agua fría y costas verdes. Llevo un cristal que refleja todos los colores, incluso los que no percibo a simple vista. Pero noto el calor y el peso en mi interior, y me reconforta.
Me siento un poco ignorante por no haber sabido entender todo lo que no descansa sobre el intelecto hasta ahora. Por haber recurrido siempre a la razón para tranquilizarme y darme fuerzas.
Finalmente, he conseguido cerrar las puertas de la percepción y abrir las del corazón. Estas palabras son solo los restos que han quedado atrás, mientras el aire nuevo del verano barría las telarañas.

20110704

It's time to make a deal

Desde que escribir me da dolor de espalda, esto ya no es lo mismo. Hoy yo venía a hablarles de cómo me encontré con el viejo Philo, y de cómo nos pusimos al día frente a un par de cervezas. De cómo se despidió de mí con una reverencia desde la puerta, y de cómo eso hizo que, de repente, recordara su viejo sombrero negro, ése que me gustaba robarle de cuando en cuando. Y luego, supongo que luego iba yo a hablarles a ustedes sobre mis pensamientos, y sobre mis reflexiones, y quizá compartir con ustedes un poco de poesía de frasco, algo como: Corazón de insecto / llamadas lanzadas al aire y / un poco de humo de segunda mano. Saben, antes escribir haikus era algo que me alegraba el día. Ahora me parece ridículo. Como Kerouac. Como el viejo Philo, que escribe tan mal que dan ganas de llorar; el viejo Philo, admirador de William Blake.
Aunque quizá no sea un movimiento demasiado ortodoxo, este orden mundial ya no me gusta. Permítanme ustedes el descaro de fusilarlo y desangrarlo. Todavía no sé por qué sustituir lo viejo y lo corrupto, lo gastado y lo indefinidamente infeliz. Pero denme tiempo, se lo ruego. Soy hábil resucitando palabrería fina. Puedo tejerles hermosas historias inmaculadas y escupirles un poco de cianuro en los tímpanos. Palabra de poeta -de las que no valen nada, ni siquiera el peso de una pluma sobre un charco de barro. Pero palabra al fin y al cabo. Saben, eso no tiene ninguna importancia ahora. No entraré a discutir asuntos acerca de la misión del poeta-liberador, o la atracción de los maudites ni nada de eso. ¿Que por qué? Pues porque, ¿saben ustedes?, en realidad yo no soy poeta.
Será lo primero que cambie en mi nuevo orden mundial. Que los cerdos se coman mi corona de laurel. ¡Yo no quiero ser poeta nunca más! Destriparé mi obra y la echaré a volar, con un ojo de fuego que la vigile y una lengua de plata que la acompañe. Después, seguiré deshaciéndome del viejo orden mundial por la ventana, sin un plan previo, probablemente con la misma vehemencia con la que un loco borracho toma una decisión. Pero no ocurrirá nada malo, porque será mi nuevo orden mundial. Los ceniceros caerán, y las colillas se desparramarán sobre las cabezas allá abajo como una plaga cetrina:
Fuera los cristales rotos a la víspera
y los trajes de gala,
la supervivencia convertida en otro ingenioso
juego de palabras y
el fuego de Prometeo
consumiéndose
en una vela arrugada.
¿Lo ven? Nadie se lamenta, nadie ha salido herido. Mi nuevo orden mundial rechaza la existencia del hombre como espíritu elevado y creador. La creatividad, señores, es basura. Sus trucos y giros lingüísticos no merecen mi aplauso, en absoluto. Si todavía se creen un poco intelectuales -¡por poco que sea!-, abandonen la sala en silencio antes de que mi nuevo orden mundial los arroje también a ustedes por la ventana.
A fin de cuentas, no estaría mal ser una golondrina, una golondrina, y andar por ahí volando y volando...